El color invisible
Cuando Duchamp pintaba, antes de dedicarse al ajedrez y al bricolaje, llamaba al título del cuadro el color invisible porque permitía añadir nuevos y sugestivos matices a la mirada del espectador. Me pareció acertado utilizarlo como título de la exposición. Como todo lo invisible se puede analizar por infinitas caras, de momento muestro la cara A y la cara B.
Male Beach “La guerra civil del arte nuevo perdura desde la antigüedad hasta nuestros días”. Malevitch. Al que admiras como un padre pero del que no entiendes su intransigencia se le puede gastar esta pequeña broma fonética. Este cuadro, para mí, es especial.
Infiltrado
Casi siempre construyo los cuadros como zonas opacas superpuestas que concibo como espacios objetuales que se ocultan mutuamente. Algunas veces desvelar que, como mucho, detrás está el bastidor me desasosiega.
En un cuadro grande una hoja de hierba no da para mucho
El cuadro crecía lentamente y por accidente unos restos vegetales se quedaron pegados en una zona en la que dominaban varios tonos verdes que seguían sin convencerme. Me ayudaron a decidir un cambio radical en todo el lienzo. Todavía no entiendo por dónde pudo entrar esa hoja de hierba y convertirse en Post-it.
Reverso visible
Si el lienzo fuese transparente y lo pudiésemos ver por detrás el cuadro sería así. En tal caso, en lugar de lo que vemos ahora veríamos otra cosa. Pero la tela no es transparente aunque me gusta imaginarlo.
Étnico
A menudo parece que lo étnico es primitivo y que lo primitivo es ingenuamente auténtico. La pintura ni es auténtica ni es ingenua aunque sí que tiene algo de primitiva.
Verde lateral
Como Autoestático, pero especialmente lateral derecho.
Hormigones de Mallorca C’est pas symbolique!, gritaba Picasso mientras pintaba un cuadro en la habitación del poeta. Absolutamente terrenal. Destrozando el territorio.
Fila india
Una composición ordenada no resulta necesariamente tranquila, lo mismo que intentar comprar un billete de tren o entrar a un cine en Madrás. El color despista
Vuelo sin motor Si un ciervo es así, estaremos con él. Era el otro posible título.
Espejismo impertinente
Frente a un espejismo tendemos a aminorar la marcha y observamos extraños reflejos en los cristales del coche o de las gafas, es lo mismo. Cuanto más despacio vamos, más nos atrae. Cerca, en el Delta del Ebro, los hay de estos colores.
Calmado vitaminante
No llegó a cuajar pero pudo ser un grupo de rock. Es un cuadro eléctrico con potente batería.
Las fábricas y mis plantillas
Es una serie bastante amplia de óleos sobre papel cuyo título hace una directa referencia a mi pintura. Fábricas como proceso físico y mental de ejecución y plantillas que marcan las etapas de construcción. Hay una evidente ironía en el título que propicia que algunos amigos puedan intuir la presencia de naves industriales, silos agrícolas, museos y hasta la Iglesia de los Capuchinos de Valladolid.
Naufragio
Delante de los cuadros de Hans Hoffmann siempre he disfrutado. Tiene uno que se titula Océano de una agitación visual que presagia el naufragio. Lo que le sobró en la paleta lo utilicé para mandar a medianoche el barco a pique.
Lira
Una asociación de ideas me llevó a una escena de Harpo Marx tocando el arpa. Un silencio posterior me trasladó a los minutos musicales de la televisión en blanco y negro. Me desvié a una película de romanos con estupendos amarillos e instrumentos musicales más portátiles. Tiene otra explicación aunque ésta también es verdadera.
Perlas de imitación
Me atraen sobremanera las cosas que quieren parecer otras pero que sabes de antemano que es imposible que lo consigan. Se convierten en otra cosa y eso las hace especialmente extrañas. Que me atraigan no quiere decir que me gusten.
Autoestático
La pintura como normalmente mejor se ve es de frente y en una posición estática. Este cuadro tiene una particular dinámica y dado que no se puede mover por sí solo también agradece la mirada en escorzo del paseante.
No val a badar
No vale despistarse sería la traducción literal del catalán y funciona a modo de llamada de atención, a mí mismo en primer lugar, y como recordatorio de que para entrar en un cuadro hay que programar el ojo (entre otras cosas) con un tiempo de exposición largo. El que algo quiere, algo le cuesta. También es un juego de cartas, o sea, un intercambio de correspondencias.
La mirada presumida
Hay quien la tiene y quien no, pero siempre se ve reflejada.
Continentes de bolsillo
Los planos de color funcionan como partes de una cartografía. Todo está ordenado y siempre hay grandes espacios desconocidos.
Sobre sorpresa
En mi trabajo intento ser ordenado y riguroso y la casualidad interviene siempre de una manera determinante. De pequeño me encantaban los sobre-sorpresa, de mayor los entremeses de la casa. Es muy fácil equivocarse aunque me resulta muy estimulante intentar controlar el azar.
Verde horizonte blanco/Azul horizonte rojo/
Tierra horizonte verde/Verde horizonte rojo/Azul horizontal
La realización de mis cuadros es lenta y permanecen en espera mucho tiempo, extendidos por el estudio. Una mirada fortuita me ayudó a replantear esta serie cuando estaba escasamente esbozada. Como a todo el mundo, me atraen los horizontes de colores. También me fascina lo inestable y lo acuático. En el entretanto repasé unos cuadros de Iván Puni. Lo más probable es que no tengan nada que ver.
Estos breves comentarios son total invención lo que no quiere decir que sean falsos pero sí que son susceptibles de cambios. Igual que la pintura, son apariciones momentáneas que surgen forzando la mirada. El único color invisible que de forma permanente aparece en estos cuadros en Paca Baldirà.